viernes, 3 de noviembre de 2017

¿Por qué ser maestro?

Ángel Bolívar Fajardo Pucha

Ésta es una de las preguntas más difíciles de responder para quienes nos dedicamos al mundo educativo en nuestro país, pues son diversas las motivaciones a la hora de optar por la llamada “profesión de profesiones”. Son tan variadas como personales que no son posible reducirlas en estas breves líneas. Sin embargo, me gustaría compartir, al menos, mis reflexiones al respecto.


¿Por optimismo?
Quienes hemos elegido ser docentes tenemos la firme creencia que podemos contribuir a cambiar la sociedad, a través de la educación de nuestros niños, niñas y jóvenes. Si bien no es un cambio inmediato, somos conscientes que día a día aportamos esfuerzo y compromiso con la idea de que nuestros jóvenes de hoy sean los verdaderos prohombres transformadores del futuro del Ecuador.

¿Por herencia?
Muchos de quienes hemos escogido esta profesión tenemos un referente en nuestro entorno familiar y hemos crecido viendo año tras año cómo desarrollan sus tareas con un espíritu y dedicación inquebrantables, con un esfuerzo encomiable en la formación de las siguientes generaciones de ciudadanos. Nosotros nos hemos sentido llamados a continuar con tan titánica tarea.

¿Por igualdad?
Pues ya lo decía Confucio: “Donde hay educación no hay distinción de clases”. No somos pocos los profesores que hemos sentido el compromiso a ejercer esta profesión al constatar la enorme desigualdad existente en nuestra sociedad. Y no hablo sólo de la brecha económica sino también de la desigualdad en derechos y oportunidades que persiste en nuestro país. No compartimos que sea el criterio socioeconómico el que impida el acceso a una educación de calidad y, por ende, a un futuro mejor para todos y todas.

¿Por amor a los estudiantes?
Dentro de nuestra profesión siempre estamos en permanente contacto con lo más importante para las familias ecuatorianas: sus hijos e hijas. Y por ellos madrugamos todos los días para abrir nuestros salones de clase y esperarlos con una sonrisa; por ellos pasamos los fines de semana revisando libros, calificando tareas, planificando clases, preparando material, investigando estrategias para que ninguno de nuestros alumnos se quede atrás en el complejo proceso de enseñanza-aprendizaje con la finalidad de construir el mejor Ecuador posible.

¿Por inspiración?
A lo largo de muchos años que hemos transitado por las aulas como estudiantes nos hemos encontrado con una infinidad de profesores de todo tipo: “el estricto”, “la buena gente”, “la miss”, “el chistoso”, “el aburrido”, “el maltratador”, etc. Al menos a este último hay que erradicarlo definitivamente del mundo de la enseñanza. Sin embargo, siempre que miramos hacia el pasado viene a nuestro recuerdo aquel profesor especial, aquel que nos marcó de forma muy positiva nuestra vivencia como estudiantes hasta el punto que su influencia ha sido un elemento clave en una profesión vocacional de ser maestros, una referencia, una inspiración y un modelo a seguir en nuestro ejercicio cotidiano.

Hasta hace poco, los recursos destinados a la Educación en este país eran bastantes limitados y los procesos de formación muy precarios. Esa realidad ha cambiado pero todavía sigue siendo insuficiente, a pesar de los esfuerzos. Quienes ejercemos nuestro compromiso educativo por Ecuador damos un rotundo “sí” a esta vocación para dedicar nuestra vida a la enseñanza y no tenemos el más mínimo signo de arrepentimiento.
Elegimos esta profesión como un estilo de vida y nos sentimos realizados, felices y orgullosos de decir: ¡Sí, yo soy docente! Para mí, ser profesor, es una de las profesiones más dignas que puede tener el ser humano. Por todo ello invito a todos los maestros a seguir dignificando nuestra profesión y sentirnos orgullosos de ser docentes pero también extiendo un llamamiento a nuestro Presidente y al Ministro de Educación a dar un paso más allá en esa dignificación profesional, salarial y social por el futuro de Ecuador.

1 comentario:

  1. Reflexiones profundas que reverdecen compromisos y motivan corazones jóvenes, Ángel Bolívar.

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