jueves, 20 de octubre de 2011

Mentiras de una legislatura que termina

Se acerca nuevamente una convocatoria electoral. Y es ahora, justo el momento, en el que debemos realizar un ejercicio previo de evaluación de la gestión del gobierno en estos últimos casi cuatro años. Por ello, considero de gran interés recordar algunas de las más significativas declaraciones de Zapatero relacionadas con aspectos de gran transcendencia socioeconómica, que vienen a demostrar su inacción, pasividad e incapacidad y la co-responsabilidad de su equipo ministerial que han hipotecado el pasado más inmediato, el momento actual y el futuro próximo de una gran parte de los españoles.


En 2008, en plena campaña preelectoral, el candidato Zapatero manifestaba con rotundidad absoluta que no había riesgo de crisis. Y en septiembre de ese mismo año, una vez en el gobierno, afirmaba que España recuperaría pronto la senda de su crecimiento gracias a que contábamos con unas cuentas públicas saneadas y con el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional. Pero la realidad ha obligado recientemente a proponer una modificación de la Constitución, sin contar con la soberanía popular, para limitar el déficit público y ha evidenciado la debilidad de las entidades financieras españolas.

Pero si a esas declaraciones añadimos otras, como que la economía española estaba preparada para afrontar las turbulencias económicas que se avecinaban y que demostraría su fortaleza; que la crisis de EE.UU. no afectaría a España; que España saldría de la crisis a finales del 2009; o el llamamiento al patriotismo a quienes criticaban la mala salud económica del país; el mensaje de que España superaría en renta per cápita a Francia; o la seguridad de que ese periodo de "desaceleración" tendría "duración, intensidad y efectos limitados"; el anuncio de 2 millones de puestos trabajo durante esta legislatura; o que España estaba "más preparada" y mantenía su compromiso con el gasto social; o la insistencia de que la economía española seguiría creciendo por encima de la media europea; o el anuncio de un superávit por encima del 2%; etcétera, etcétera, etcétera.

En fin, resulta casi imposible cometer tantas meteduras de patas consecutivas y no es creíble que Zapatero, su equipo ministerial y sus asesores se equivoquen de pleno a la hora de diagnosticar los efectos de la recesión mundial. Otra cosa bien distinta es que -como buenos conocedores de la realidad interna como internacional- optaran por la vía de la incapacidad y se aferraran a un discurso social y político engañoso. Y es en ese plano donde Zapatero y su equipo ministerial son responsables del grave deterioro por impasividad, inacción y desinformación social.

Tampoco es de recibo, ni esperanzador, que el nuevo candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, Alfredo Rubalcaba, intente ahora poner tierra por medio, desvincularse de su participación y co-responsabilidad en el Ejecutivo de Zapatero, a través de un ligero lavado de cara: recuperando la imagen de Felipe González y apelando a una reorientación socialdemócrata, simplemente como enganche electoral. No, Sr. Rubalcaba, no. Aplíquese usted su propia enseñanza, cuando decía en 2008 que: “los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta, un Gobierno que les diga siempre la verdad”. Así que no se parapete en campañas mediáticas basadas en “ideas de verdad” en busca de votantes para terminar, después, contándonos las mentiras de siempre.

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