miércoles, 21 de septiembre de 2011

Del fracaso al éxito escolar en un plisplás

El consejero de Educación, José Miguel Pérez, inauguraba el nuevo curso escolar comprometiéndose, ante 300 directores de centros de Educación Primaria y Secundaria de Gran Canaria, a “dar un giro” a la Educación en Canarias pero sin definir sus líneas de política educativa. 

Y hace unos días ante el Parlamento anunciaba que uno de sus objetivos durante la presente legislatura es disminuir el alto índice de fracaso escolar en el Archipiélago pero sin decir cómo. No dudo de sus buenas intenciones, como tampoco que son mensajes dirigidos a la galería. Y es que últimamente el PSC se ha empecinado en decir una cosa y en hacer todo lo contrario. En cualquier caso, el tiempo hablará.

El consejero debe saber por propia experiencia que afrontar una reforma educativa es un proceso complejo, difícil, que tiene sus tiempos y en el que se debe mostrar una amplia capacidad de diálogo y consenso, virtudes que no ha sabido demostrar en su calidad de secretario general del PSC.

Desde hace bastante tiempo a nadie se le escapa la necesidad imperiosa de intervenir sobre una realidad educativa muy deficiente y que de forma reiterada tanto sindicatos como comités de expertos y los informes PISA han puesto de manifiesto con total claridad. Todos coinciden en señalar en que hace falta urgentemente un cambio serio en la enseñanza y con la participación de todos los agentes implicados. Así que, a estas alturas no hay que descubrir más mediterráneos. Es hora de actuar.

Esta situación no se resuelve unilateralmente desde el ordeno y mando desde la Consejería, desde la improvisación y el oscurantismo, sin estrategias educativas claras y con meras declaraciones públicas, ni mucho menos sobrecargando al profesorado, ni tampoco aplicando recortes de personal y material a los centros educativos. Hay que recordar que durante el pasado curso, Canarias lideró el ranking estatal en recortes de profesorado y todo parece indicar que se incrementará durante el presente ejercicio.

No obstante, parece que la Consejería Educación ha encontrado la varita mágica para resolver los altos índices de fracaso escolar en el Archipiélago. La solución pasa por la generosidad de los docentes a la hora de poner las notas a sus pupilos. Y es que, según ANPE, “funcionarios de la Consejería de Educación están ejerciendo presiones sobre el profesorado con el fin de mejorar las calificaciones de los alumnos y reducir así a marchas forzadas los preocupantes índices de fracaso escolar”. Si eso es así, creo que el gobierno de Canarias debería patentar ese novedoso mecanismo educativo, que está en plena consonancia con los valores transmitidos recientemente por Ana Oramas a un grupo de jóvenes. La diputada, sin rubor alguno, exponía que “con 18 años se puede ser concejal, y no hay que tener estudios ni nada, basta con ser una persona trabajadora y lógica”.

Espero que Paulino Rivero no se entere de ese nuevo “invento” que intenta frenar el fracaso escolar. Sobre todo ahora, cuando vuelve a sacar de su chistera el problema de la superpoblación en Canarias para culpabilizar a los inmigrantes de la estreches de recursos en este período de crisis y responsabilizarlos, de paso, de que las medidas anti-crisis no sean eficaces. Igual se le ocurre al presidente descatalogar a un porcentaje poblacional en un plisplás y acabar así con los efectos de la crisis. Ya saben, muerto el perro, se acabó la rabia.

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